La casa palacio de Montalvo-Monjaraz en Arévalo y la pérdida de patrimonio histórico

domingo, 05 de diciembre de 2021

Artículo de opinión del director de la IGDA acerca de la historia e importancia de la casa palacio derribada totalmente en la capital morañega tras el derrumbe parcial que sufrió el pasado 12 de octubre.

Hemos seguido con preocupación, durante los últimos días, las noticias sobre el derrumbe el pasado 12 de octubre, a las 23: 35 horas, y el derribo o demolición, el día 1 de diciembre, de la casa-palacio de los Montalvo-Monjaraz en Arévalo. Un inmueble que permanecía en estado ruinoso sin que se tomaran las medidas necesarias para evitar lo que finalmente se ha consumado: la pérdida irreparable de un bien patrimonial.  

Ya el pasado 13 de octubre algunos medios provinciales y nacionales recogían la noticia del derrumbe, lamentando el daño sufrido por el edificio. El día 17, el cronista oficial de la villa y miembro de la Institución Gran Duque de Alba, Ricardo Guerra Sancho, firmaba en Diario de Ávila una completa y documentada crónica sobre las vicisitudes de esta casona, construida en el siglo XVII, más concretamente en 1615, en la actual calle Arco de Ávila. Explicaba Ricardo Guerra que se trataba de un edificio catalogado, dentro del patrimonio monumental arevalense, como edificio singular de arquitectura civil palaciega, que fue fábrica de tejidos desde 1870 de la mano de Pascual Herráiz, quien llegó a contar con entre 20 y 25 operarios, y que en la casa vivó la familia Herráiz-Regulez durante años.

El edificio fue utilizado como cuartel del destacamento de la Guardia Civil de Arévalo desde 1906 hasta la construcción del nuevo en la carretera de la Estación, en 1930. Más tarde se habilitó, sucesivamente, como hostal, ferretería y casa de materiales de construcción -propiedad de la familia Álvarez- hasta que se abandonó definitivamente cuando la fachada empezó a dar muestras de debilidad y desplome, según Ricardo Guerra y otros especialistas, que cuestionan la lista de edificios incluidos en el Plan Especial y sobre todo la exclusión de otros con valores artísticos no reconocidos en él. 

Los Montalvo son uno de los cinco linajes que participaron en la repoblación de Arévalo y comarca, ordenada por Alfonso VI, junto con los Verdugo, Briceño, Tapia y Sedeño, hacia 1082. Probablemente eran originarios de La Rioja y tienen extensiones o ramificaciones, con la “v” o la “b” en el apellido, por otras provincias, como Soria, Palencia, Valladolid, Salamanca, Madrid y Cuenca, donde existe un municipio con el nombre de Montalbo (escrito con “b”, en alusión a monte albo o monte blanco), estableciéndose incluso en La Habana y en países de todo el mundo. Uno de sus nobles más relevantes fue Fernán Martínez de Montalvo, que sirvió a Enrique III entre 1390 y 1406 y fue maestresala de la reina Catalina de Lancáster, según ha mostrado, entre otros, el catedrático de Derecho, historiador y miembro de número de la Institución Gran Duque de Alba, Félix Martínez Llorente en el artículo ‘Hacia la nobleza titulada: el linaje Montalvo de Arévalo y su señorío solariego sobre Bothalhorno’, publicado en la revista Cuadernos Abulenses, número 31.

Otro noble abulense, famoso en este caso por la defensa que, como corregidor, hizo de Murcia entre 1444 y 1445 frente a Enrique de Aragón, fue el doctor Alfonso Díaz de Montalvo, nacido en Arévalo hacia 1405, licenciado en Derecho en Salamanca, corregidor en Madrid durante el reinado de Juan II, Oidor de la Chancillería de Valladolid, consejero en los reinados de Juan II, Enrique IV y los Reyes Católicos, autor de valiosas obras jurídicas y recopilador de las Ordenanzas Reales de Castilla, su gran aportación, porque clasificó 1.163 leyes en ocho libros y 115 títulos. El apellido aparece en figuras ilustres como la del doctor en Derecho e historiador Juan José de Montalvo, autor de la obra De la Historia de Arévalo y sus sexmos (común de vecinos, ayuntamientos y linajes), publicada por la Imprenta Castellana, en Valladolid, en 1928, y reeditado en 1983 por la Institución Gran Duque de Alba en edición facsímil de sus 659 páginas. Puede consultarse en bibliotecadigital.jcyl.es.

En Ávila encontramos el apellido Montalvo en la propia capital y en localidades como Fontiveros, Pascualgrande y Santo Tomé de Zabarcos, y el mismo topónimo entre los términos de El Oso y Cabizuela, en el llamado Rancho Montalvo, un hotel rural con restaurante, terraza y centro ecuestre en medio de una finca de 130 hectáreas, muchas de ellas de pinar, con aprovechamiento forestal e ideales para la práctica del senderismo.

Fue una contrariedad grande que la familia Montalvo Monjaraz vendiera el edificio en el siglo XIX, desprendiéndose de esta casa palaciega que, en alguna medida, hacía honor al linaje y su heráldica. También que las intervenciones posteriores en el tejado y fachada fueran bastante desafortunadas.

El documento audiovisual de la excavadora derribando paredes de estilo mudéjar y la propia portada neoclásica de piedra, así como las imágenes de las pilastras, dintel,  escudos nobiliarios, y demás materiales nobles por el suelo, resultan realmente desoladoras y nos obligan a reflexionar sobre el esplendor de otro tiempo y la escasa capacidad o sensibilidad del nuestro para mantener el rico legado patrimonial recibido, todo ello a pesar de que disponemos de más medios y recursos para la conservación y generación de nuevos usos. También cabe preguntarse en qué medida han podido actuar mejor la propiedad y el Ayuntamiento desde su propia competencia. Hay que decidir ahora con buen criterio qué se hace con la portada, si se va a mantener obligatoriamente en el lugar en que se construyó para que no quede descontextualizada, si la nueva fachada será acorde con otras fachadas de gusto mudéjar en el entorno, etc.

La Institución Gran Duque de Alba, que tiene entre sus fines, según los estatutos, el de “contribuir a la defensa y tutela del patrimonio cultural y artístico de la provincia de Ávila”, no puede menos que lamentar tan irreparable pérdida y abogar por que los propietarios de estos inmuebles de valor histórico y artístico y las instituciones competentes realicen las obras necesarias para garantizar su permanencia.

Maximiliano Fernández Fernández es director de la Institución Gran Duque de Alba